sábado, 9 de enero de 2016

SEMÁFORO

ESTACIONAMIENTOS EN VÍA PÚBLICA
 
Exal Baltazar Juan Avila/APyPM

VERDE
Poco a poco incrementa la cantidad de automovilistas en nuestra ciudad, lo cual en cierta forma es bueno pues representa el poder adquisitivo de la población; es decir, somos más las personas con la solvencia económica necesaria para adquirir un automóvil propio y ahora sin tenencia en nuestro estado la situación mejora aún más en ese aspecto. En la actualidad muchos consideran un vehículo automotor como una necesidad, si bien Tapachula no es la mayor urbe del estado y mucho menos del país, tampoco son pequeñas las distancias recorridas por los habitantes para trasladarse de los puntos comunes de reunión, escuelas y centros de trabajo hacia sus casa y resulta imposible tener a toda la población concentrada en los espacios cercanos a estos sitios. Bendito sea el transporte cuya velocidad debería ayudarnos a ser puntuales.
De la mano de los automovilistas se desarrollan otras cosas, como las primordiales gasolineras, vulcanizadoras, talleres mecánicos, auto-lavados, refaccionarias, hojalateros, estacionamientos públicos, ballet parking (los señores de la franela, los “viene-viene”, quienes nos ayudan a estacionar el carro), los lava-coches encontrados donde haya semáforos y plazas comerciales, etcétera. Se vuelve así una derrama económica para aprovechar y varios tapachultecos han decidido tomarla.
Con el crecimiento de la ciudad, la población y el considerable aumento del transporte privado en circulación, se ha vuelto necesaria la creación de espacios apropiados para el parqueo, sin afectar el libre tránsito de los peatones, atentar contra la seguridad de los niños ni la visibilidad de los negocios; en respuesta a lo anterior, surgen dos opciones: los estacionamientos públicos y los parquímetros.
Los estacionamientos públicos nos dan la opción de resguardar nuestro auto en una zona donde, en palabras comunes “no estorbe” y por supuesto, sin exponerse a recibir una multa, daños a los neumáticos o un choque; cabe mencionarlo: somos más cuidadosos al estacionarnos cuando estamos pagando una cuota fija por ello. Además, utilizar el estacionamiento público, sin importar el tamaño del mismo, es un apoyo a la economía de nuestra gente, se trata de la iniciativa privada, personas con el deseo de salir adelante con un negocio honrado y lo más importante: legal.
AMARILLO.
Lo triste de los estacionamientos públicos lo encontramos en sus avisos, dentro del inmueble: “NO NOS HACEMOS RESPONSABLES POR CUALQUIER DAÑO OCASIONADO A SU VEHÍCULO”. Con ello queda claro lo subsecuente: la finalidad de un estacionamiento público no es resguardar nuestro automóvil de cualquier daño posible en la vía pública, tan solo sirve para darnos un espacio donde poner el auto mientras realizamos nuestras actividades, sin estorbar la vía pública ni ganarnos infracciones.
 La otra vertiente de esto, como ya mencioné son los parquímetros y con ellos llegan los policías del centro con su distintivo uniforme verde limón.
Obviamente, siendo tantas personas con automóvil en la ciudad, en algún momento se llenan los estacionamientos públicos y las calles tienden a volverse un caos con el cúmulo de conductores pretendiendo estacionarse  en el primer cuadro bajo distintos motivos. Para evitar ese problema, los accidentes viales y aprovechando las circunstancias, obtener más dinero para los funcionarios (conocidos comúnmente por su pseudónimo: obras públicas). En sí, nunca sabremos con veracidad y exactitud donde terminan nuestros impuestos y/o contribuciones pero para apoyar con eso, los aparatos del centro se encargan de cobrarnos el estacionamiento, la función antes realizada por los “franeleros”, con una gran diferencia: el parquímetro no resguarda el auto. De éste modo, estamos pagando por el derecho de estacionar el auto en vía pública, se vuelve así, un estacionamiento en vía pública supuestamente regulado por el parquímetro y los policías del centro (aún vemos camionetas en doble fila).
ROJO.
Éste asunto de los estacionamientos en vía pública se extiende más allá de la zona de parquímetros. Ocurre en muchos puntos de la ciudad, afuera de las plazas comerciales (grandes o pequeñas), negocios específicos, parques y aún más notorio: a las puertas de escuelas, institutos y universidades.
Como es bien sabido y a la vez pasado por alto, estacionarse en la línea amarilla está prohibido por el reglamento de tránsito; sin embargo, a pocos les interesa esto, lo mismo ocurre con las dobles filas, las vueltas prohibidas, pero lo destacable ahora es algo acontecido con frecuencia y relativa novedad: la curiosa habilidad de los choferes para atravesar las esquinas, cortar vuelta atravesando el estacionamiento del Oxxo, banco, modelo plus a punto de atropellar a un inocente transeúnte.
Hay peores. El estacionamiento en vía pública está en cualquier esquina, cerca del puesto de tortas, frente a la escuela de los niños, donde quepa el auto. Por desgracia nuestros elementos de tránsito y vialidad municipal no se dan abasto para cubrir todos estos puntos de la ciudad donde diariamente se suscitan estos desagradables y peligrosos altercados. Por si no fuera suficiente, después el mal estacionado tiene la osadía de presentar una queja, denuncia, reclamo o en su defecto “griterío” por los daños sufridos a su propiedad en forma de automóvil, debido a su propia imprudencia de parquear en un lugar inapropiado, como una esquina, la raya amarilla, frente a un portón o la parada de autobuses y en el peor de los casos, en doble fila.
¿Cuáles son los motivos para hacer esto, señores conductores? La lista es encabezada por un pretexto: las prisas. Esas no existirían si cada uno midiera su tiempo y realizara sus actividades en tiempo y forma o bien, planificara sus rutas para entorpecer el tránsito de todos. En el siguiente punto se encuentra un clásico: “no voy a tardar” y cinco minutos se vuelven dos horas. Después existe la frase “no hay lugar” aunque existan 5 metros de espacio y de no existir ¿para qué estacionarse? Como cereza del pastel tenemos a los transportistas cuya finalidad es detenerse a platicar con alguien en el camino o comprar un refrigerio, mientras van al volante, entonces se estacionan “tantito”, cerca del puesto, la comadre, vecina o quien se hayan topado en el camino para platicar y se toman el tiempo del mundo, encaramados en la banqueta o en doble fila para concluir su tan necesaria actividad.
¿Usted que opina?

Denuncias y comentarios: periodistaexal2015@hotmail.com  Cel. y Wts. 962 10 80 934
Tapachula, Chiapas, México; 08012016

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